Dentro de la estructura de la piel, en la capa más externa (la epidermis), se encuentra el estrato córneo. Cubriendo el estrato córneo de la piel se encuentra el manto hidro-lipídico hace de capa protectora sobre la piel.
Esto es lo que se conoce como la función barrera de la piel, una barrera protectora cuyas funciones son:
Evita la pérdida de agua transepidérmica.
Nos protege de las agresiones externas: sol, frío, calor, contaminación...
Evita la entrada de patógenos y alergenos.
La función barrera está formada por la capa externa del estrato córneo (células cementadas) y el film hidrolipídico.
El compacto de células cementadas está formado por:
Los corneocitos (ladrillos) que son las células muertas que forman esta capa.
El cemento intercorneocitario formado por lípidos que mantienen la cohesión celular: ceramidas, ácidos grasos y colesterol.
El film hidrolipídico esta formado por:
Parte acuosa (y sudor): ácido láctico, aminoácidos, urea, sodio...
Parte lipídica (sebo): ésteres de ceras, escualeno, triglicéridos, ácidos grasos...
Productos de degradación de las células.
Microbiota de la piel.
Este manto hidrolipídico confiere a la superficie de la piel (salvo algunas zonas) un pH aproximado de 5,5.
Mantener el correcto equilibrio entre la parte acuosa y la parte lipídica es fundamental para asegurar la estabilidad y correcto funcionamiento de la función barrera.
Gracias a una función barrera equilibrada y sana, la piel se mantiene hidratada y en buenas condiciones.
¿Qué pasa si se altera la función barrera?
Si la función barrera se altera, todas las funciones de protección se ven alteradas.
Cuando se produce este desequilibrio:
La piel queda desprotegida.
Se favorece la entrada de microorganismos, contaminantes y agresiones externas.
Aumenta la pérdida de agua transepidérmica, favoreciendo la deshidratación de la piel.
Síntomas de una función barrera alterada:
Deshidratación de la piel.
Sensación de tirantez.
Irritación, enrojecimiento.
Mayor sensibilidad, tendencia al piecor.
Descamación de la piel.
Empeoran patologías como el acné o la rosácea.
¿Qué factores desencadenan la alteración de la función barrera?
El exceso de la exposición al sol.
La contaminación.
Climas extremos (muy fríos o muy calurosos).
Utilización de limpiadores muy agresivos con la piel.
La sobre-exfoliación.
Uso de cosméticos con alta concentración de alcohol.
Agua demasiado caliente.
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